El nombre de los humanos

Publicado: 4 marzo, 2011 en humanos

En chino, Gu Ya Nan es un nombre propio que viene a significar algo así como árbol que crece estable en Asia. Desde el principio de los tiempos, los seres humanos se han designado mutuamente de manera individualizada con expresiones cuyo significado y sentido unía indisolublemente al nombrado con su pasado, su presente y el futuro que se esperaba de él. Es algo así como poner una claridad de andar por casa en esos enigmas inaclarables del a dónde voy, de dónde vengo y quién soy. Luego, sobre todo en occidente, el paso de los siglos, la perversión fonética del uso y la racionalidad, han puesto una distancia insalvable entre los significantes y sus significados en cuanto a los nombres propios de las personas. ¿Quién recuerda que “Pelayo” procede de “pelasgo”, palabra unida a “pelágico”, que significa “pueblo de los océanos”? ¿No es casualidad que haya tantos Pelayos en la cornisa cantábrica?. Que “Pedro” tenga relación con “piedra” es algo que puede intuirse. Los que hablen francés o alemán, enlazarán probablemente “Bruno” con el color rojizo o moreno. Pero, ¿qué pasa con “Damián” o “Esteban”?, ¿y “Catalina”?.
Hubo un tiempo en el que apelar a un individuo en concreto por su nombre equivalía a invocar lo que se conocía y se esperaba de esa persona, actualizando permanentemente su posición en el grupo social que la acogía. Hoy, dirigirse a alguien en voz alta hará levantarse varias cabezas entre la multitud a poco que el nombre mencionado sea mínimamente común. Esto también pasa en China, aunque el aprecio por los nombres aquí sigue reposando más en su significado que en lo estético de su verbalización musical. Si pronuncias en voz alta la palabra “Juan”, es posible que más de un chino se vuelva a mirar quién llama; es la transcripción fonética de un nombre que sugiere “seguridad”, y por tanto deseado y común.
El nombre te lo endosan cuando eres un crío y la indefensión te obliga a cargar con él para siempre. Sin embargo, a veces sucede un milagro y se presenta una segunda oportunidad. Hoy he elegido mi nombre chino. Las autoridades lo imponen por decreto a los extranjeros que se hacen residentes en el país para que la burocracia no se despiste con transcripciones imposibles y para que pueda escribirse con los caracteres del idioma. Acotando con el sonido de mi apellido y dejando volar la imaginación de unos compañeros, he sido rebautizado en el lejano oriente con el nombre de Gu Ya Nan. A mi me suena exótico, un poco a guerrero mitológico, como Leónidas de Esparta o algo por el estilo, pero en el fondo, sospecho que su verdadera utilidad será aplacar la desconfianza de algún funcionario cuando compruebe su similitud sonora con el apellido de mis padres.

comentarios
  1. Rocío dice:

    Me gusta… Un abrazo, Ku Ya Nan.

  2. Qué grande. Intuyo que tu etapa china va a ser apasionante y bastante instructiva. Señor Cuyanan me alegro de que se escabulla de la censura

  3. Pepa dice:

    Te queremos y recordamos Qu ya Nan. Besos.

  4. Esperanza dice:

    Ve pensando en el mío por favor!!

  5. Carlos Roldán dice:

    Qu Ya nan con acento andaluz. Mucha suerte y a disfrutar de la experiencia. Sigue enviando aventuras…Suerte.

  6. Xiaoqing dice:

    Un abrazo… pero que tu árbol no se haga demasiado estable en Asia… tienes que volver a teclear!!!

  7. Nuria dice:

    Te seguimos con ilusión y prudencia. Pero sobre todo te echamos de menos. No te digo más porque ya lo sabes todo. Un abrazo, amigo.

  8. sandra neira dice:

    Hola. Me han recomendado tu blog y me he tomado mi tempo en leerlo. Ahora me tomo la libertad de opinar y simplemente diré: enhorabuena. Las cosas llegan cuando salen del corazón, aquí y en la china

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